Emilio Prud'HommeEl educador, abogado y músico dominicano Emilio Prud’Homme (1856-1932) nació el 20 de agosto en Puerto Plata.

El discípulo y colaborador de Eugenio María de Hostos, fue el director de la Escuela Normal en Puerto Plata fundada por Hostos en 1880.

Durante el breve gobierno de Francisco Henríquez y Carvajal (31 de julio al 29 de noviembre de 1916), Prud’Homme fue declarado diputado en el Congreso Nacional y también asumió el cargo de secretario de Justicia e Instrucción Pública.

En 1930, fue juez de la Suprema Corte de Justicia, pero debido a su oposición a la Intervención Militar Norteamericana (1916-1924) abandonó el magisterio.

Escribió la letra del himno nacional que fue publicada el 16 de agosto de 1883 en el semanario El Eco de la Opinión. Con la música de José Reyes, fue estrenada el día siguiente en un acto en celebración del XX aniversario de la Restauración de la República.

Volvió a ser interpretada el 27 de febrero de 1884 durante el recorrido que llevó los restos del patricio Juan Pablo Duarte desde el puerto de Santo Domingo hasta la Catedral Primada de América.

El 7 de junio de 1897, el Congreso Nacional lo oficializó como himno nacional, pero el dictador Ulises Heureaux impidió el acto ya que veía a Prud’homme como un adversario.

El 30 de mayo de 1934, fue proclamado oficialmente por la Ley No. 700 como el Himno Nacional.

Además de ser el autor del Himno Nacional Dominicano, Prud’homme escribió obras en verso y prosa que presentaban temas que exaltaban los valores patrios, el respeto y amor a la soberanía y la defensa de la independencia nacional.

Emilio Prud’Homme falleció el 21 de julio en Santo Domingo a la edad de 76 años.

Himno Nacional de la República Dominicana

I
Quisqueyanos valientes, alcemos
Nuestro canto con viva emoción,
Y del mundo a la faz ostentemos
Nuestro invicto glorioso pendón.

II
¡Salve! el pueblo que, intrépido y fuerte,
A la guerra a morir se lanzó,
Cuando en bélico reto de muerte
Sus cadenas de esclavo rompió.

III
Ningún pueblo ser libre merece
Si es esclavo indolente y servil;
Si en su pecho la llama no crece
Que templó el heroísmo viril,

IV
Mas Quisqueya la indómita y brava
Siempre altiva la frente alzará;
Que si fuere mil veces esclava
Otras tantas ser libre sabrá.

V
Que si dolo y ardid la expusieron
De un intruso señor al desdén,
¡Las Carreras! ¡Beller!, campos fueron
Que cubiertos de gloria se ven.

VI
Que en la cima de heroíco baluarte
De los libres el verbo encarnó,
Donde el genio de Sánchez y Duarte
A ser libre o morir enseñó.

VII
Y si pudo inconsulto caudillo
De esas glorias el brillo empañar,
De la guerra se vio en Capotillo
La bandera de fuego ondear.

VIII
Y el incendio que atónito deja
De Castilla al soberbio León,
De las playas gloriosas le aleja
Donde flota el cruzado pendón.

IX
Compatriotas, mostremos erguida
Nuestra frente, orgullosos de hoy más;
Que Quisqueya será destruida
Pero sierva de nuevo, ¡jamás!

X
Que es santuario de amor cada pecho
Do la patria se siente vivir;
Y es su escudo invencible: el derecho;
Y es su lema: ser libre o morir.

XI
¡Libertad! que aún se yergue serena
La Victoria en su carro triunfal,
Y el clarín de la guerra aún resuena
Pregonando su gloria inmortal.

XII
¡Libertad! Que los ecos se agiten
Mientras llenos de noble ansiedad
Nuestros campos de gloria repiten
¡LIBERTAD! ¡LIBERTAD! ¡LIBERTAD!.