Las ranas y los sapos pueden parecer similares, pero existen muchas diferencias entre estos anfibios tales como piel, cuerpo, habitat, color y comportamiento. Con cierta atención al detalle, usted puede notar facilmente las diferencias entre un sapo y una rana.

Cuerpo. Las ranas tienen un aspecto delgado y esbelto. Por lo contrario, los sapos son más rechonchos.

Piel. La piel de una rana es mucho más suave y lisa que la de un sapo. La piel de un sapo luce desigual como está cubierta de verrugas.

Color. Las ranas presentan colores más claros o brillantes que los sapos. Aunque los sapos pueden tener una piel verdosa, tienden generalmente un tono más oscuro que las ranas.

Patas Traseras. Las patas traseras de una rana son más largas, ya que las ranas saltan con más frecuencia y mucho más alto que los sapos. Las patas traseras de un sapo son más pequeñas. Aunque los sapos pueden hacer saltos pequeños, gatear es su principal forma de movimiento.

Pies. Como pasan la mayor parte de su vida en el agua, las ranas tienen una membrana de piel entre sus digitos que les permite una natación fácil. Tambien tienen discos digitales pegajosos por lo que son buenos trepadores. Los pies del sapo generalmente no tienen membranas interdigitales y discos digitales.

Habitat. Las ranas necesitan estar cerca del agua para sobrevivir, mientras que los sapos pueden pasar mucho tiempo fuera del agua. Si encuentras uno de estos animales muy lejos de un río, estanque o cuerpo de agua, es probablemente un sapo.

Foto: Cristian Marte – Museo Nacional de Historia Natural